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domingo, 24 de junio de 2018

GIRONA - COSTA BRAVA

Una ciudad que no conocía, de la que tenía muy buenas críticas. Pequeña, tranquila ...

Era domingo y aprovechando que tenía que ir a Salou, anticipando una jornada llegué hacia las 12 h. Primero visita al Hotel Gran Ultonia, de cuatro estrellas, excelentemente situado teniendo en cuenta que nuestra visita a Girona, terminaba en ese mismo día.

Un paseo hasta la Plaza de la Independencia, situada a escasos metros. Lugar lleno de bares y restaurantes con soportales para resguardarse de cualquier inclemencia del tiempo.
Plaza de la Independencia


Totalmente pegado a la plaza, la primera contemplación del río Onyar, el cual no te cansas nunca de contemplar, cruzando al un lado y a otro por sus numerosos puentes. Divide la Girona antigua de la mas moderna.





Después de un breve paseo en los alrededores, a comer a Casa Marieta, situada en la propia plaza.
Local centenario, con un excelente servicio y precio asequible. A destacar unos estupendos canelones y un magret muy logrado.
La idea era comer en CAN ROCA, pero no había reservado ... y ya se sabe, jeje.

Naturalmente había que probar algo de los Hermanos Roca, y que mejor que su heladería: Rocambolesc.Únicamente tres sabores de helado, con numerosos complementos. En verdad merece la pena visitarla.






 Saboreando todavía el helado y ante el poco tiempo disponible, además de las pendientes del casco antiguo, un paseo en el tren turístico era la mejor opción.


 
Catedral de Santa María
Iglesia de San Félix
Un breve paseo permite ver locales comerciales curiosos, como esta "pernilería".

Por el Parque de la Devesa, una rápida ducha, una caña en cualquier terraza de la Plaza y a cenar.
La Opción elegida fue Restaurante Txalaka.  Taberna vasca, con buenos pintxos y raciones. Era domingo a la noche y no resultó fácil coger mesa.
Un breve paseo, un café y a dormir.
Lastima el breve tiempo empleado en esta hermosa ciudad. Quedaron numerosas cosas sin ver, pero no hay ninguna queja, todo lo contrario, de las horas pasadas allí.

Al día siguiente el viaje continuaba hacia Salou, pero haciendo algunos kilometros mas, por la C66 llegamos a Aiugablava, después Tamariú, Llafranch, hasta Palamós. Carreteras muy sinuosas, preciosas, con lugares que tienen carretera de entrada y casi siempre, hay que volver para acudir a otro lugar.

Sitios poco conocidos de la Costa Brava, que merece la pena visitar. Por motivos técnicos, unicamente queda foto de Tamariú, pero todos los lugares son espectaculares, así como el trayecto.


 
Lastima un viaje tan corto para esta hermosa zona.